Nos pasamos todo el embarazo esquivando consejos de maternidad no solicitados. Parece como si nuestra barriga creciera al mismo ritmo al que llegan todas esas recomendaciones sobre la maternidad. Más barriga, más consejos. Total, que llegamos al parto con una mochila tan cargada de sugerencias que no sabemos ni dónde se ha escondido nuestra intuición. Y cuando llegamos con nuestro bebé a casa y nos asalta una duda, rebuscamos en esta mochila, y encontramos consejos de familiares, amigos, vecinos, primos, profesionales sanitarios…pero es posible que no nos sintamos cómodos con ninguno de estos consejos, porque no se adaptan a nuestra familia, a nuestro momento, a nuestra situación.
En consulta doy muchos consejos, me los piden, claro. Y no solo consejos médicos sobre la dosis del paracetamol, sino también consejos sobre la crianza, sobre la maternidad, sobre el sueño, sobre la escuela infantil, sobre la educación emocional, sobre el destete… Para mí es indispensable conocer a la familia para poder ofrecer un consejo flexible, adaptable, a medida. No todos los consejos sirven para todas las familias. Y posiblemente, mis consejos, mi forma de entender la infancia, van ligados también a mi historia personal. Pero en mi caso, lo que más valoro y agradezco es la confianza, la transparencia. Y la de veces que doy una recomendación y al cabo de unos meses la familia me dice con naturalidad: «Anna, lo hemos hecho diferente». Enhorabuena, habéis encontrado vuestro camino. Y les apoyo y les acompaño, porque es su decisión, porque es su familia, porque es su vida. Muy lejos de reñir o de juzgar. Este es el equilibrio para mí, respetar, ser flexible, adaptar y acompañar.
Y así es como debería suceder en general, dentro y fuera de la consulta. Que no tuvieras que hacer la cobra a los consejos sobre maternidad que te dan. Que te sintieras segura, confiada y conectada para poder responder «gracias, pero lo queremos hacer diferente».