El miedo a las vacunas y a las agujas empieza desde pequeños. En un estudio que se preguntó a los niños y niñas si tenían miedo a las vacunas, un 68% de los niños/as de 6 a 8 años dijo que sí, un 65% de los de 9 a 12 años y un 51% de los 13 a los 17 años.
Los estudios muestran que los procedimientos con agujas son una de las experiencias más temidas y dolorosas para los niños y niñas. Por eso es tan importante cuidar el momento de administración de las vacunas durante las revisiones pediátricas.
Cuidar de ese momento no solo aporta beneficios a corto plazo, como reducir el malestar inmediato durante y después del procedimiento, mejorar la experiencia y aumentar la satisfacción del paciente y de su familia.
También aporta beneficios a largo plazo como prevenir la sensibilidad al dolor, reducir la ansiedad frente futuros tratamientos, aumentar la cooperación y cumplimento de los calendarios vacunales y mejorar la relación general con el sistema sanitario.
Cuidar del momento de la vacunación reduce la probabilidad de desarrollar un miedo persistente a las visitas médicas.
Existen muchos métodos para cuidar los pinchazos, que se deben de adaptar y personalizar a cada paciente. Algunos ejemplos son: tetanalgesia, distracción, acompañamiento emocional, confort posicional, respiraciones, anestesia tópica, frío, vibración, estrategias de comunicación…
Y también es indispensable desmontar los mitos relacionados con los pinchazos y el dolor en la infancia.
Aquí os dejo un post también sobre como transformar las visitas al pediatra.
En nuestro centro tenemos un protocolo creado específicamente para el momento de la vacunación, con el que nos comprometemos a dar lo mejor de nosotras para hacer de ese momento lo menos molesto posible.