Existe una larga tradición de poner manoplas a los bebés cuando acaban de nacer. Es una tradición bastante arraigada, se les suele poner para que no cojan frío, para que no se arañen la cara con las uñas o para que no se pongan la mano en la boca.
Vamos a repasar cada uno de estos motivos para decidir si poner manoplas o no a nuestro bebé.
Los bebés tienen frío porque tienen las manos frías
Los bebés siempre tienen las manos y los pies fríos porque regulan mal la temperatura, por lo que el calor se concentra dónde se encuentran los órganos y las partes distales quedan más frías. Esto no quiere decir que tengan frío.
Los bebés se arañan la cara
Es cierto que los recién nacidos se pueden arañar la cara con facilidad. Para solucionar este problema podemos limarle las uñas desde el primer día.
Los bebés se ponen la mano en la boca
Cuando ya tienen unos meses los bebés suelen ponerse la mano en la boca, eso forma parte de su desarrollo. Tienen una fase oral, que hace que exploren el mundo a través de la boca. Esto no tienen ningún inconveniente, ni quiere decir que le vayan a salir los dientes ni que tengan hambre.
Tenemos que tener en cuenta que el sentido del tacto es muy importante para los bebés. El tacto es el primer sentido que se desarrolla dentro del útero y es su forma de explorar el nuevo mundo cuando salen de la barriga. Es importante dejar las manos libres para que puedan tocar la piel de su madre y padre, para que puedan experimentar distintas texturas, suavidades, temperaturas y sensaciones. Todo un mundo sensorial al alcance de sus manos, dejémosles disfrutar de ello.