¿Qué efectos produce el sol en nuestra piel? ¿A quién, cuándo y cómo debo aplicar el protector solar? ¿Es el cáncer de piel frecuente en los niños? Todas estas preguntas las responderemos a continuación.

Los rayos de sol que llegan a la tierra son de dos tipos, los que podemos ver y los que son invisibles a nuestros ojos, denominados rayos ultravioletas (UV). De rayos UV existen de dos tipos, los UVA y los UVB. Los UVA producen un daño invisible en la piel, que favorece la aparición de arrugas y manchas. Los UVB producen una lesión evidente en la piel, como las quemaduras solares o el aspecto de bronceado. Ambos tienen efecto en el cáncer de piel.

Sabemos que el cáncer de piel es poco frecuente en los niños, pero es importante conocer que cada vez afecta a gente más joven. ¿Y eso por qué? Pues porque nuestra piel tiene memoria y los efectos negativos de la exposición solar son acumulativos con la edad. Un 80% de la radiación solar que recibimos a lo largo de la vida, la recibimos durante la infancia y la adolescencia.

El tipo de cáncer de piel más frecuente es el melanoma. Este se produce a partir de las células de la piel, los melanocitos. En condiciones normales, los melanocitos pueden agruparse en la piel formando los nevus (conocidos también como lunares); estos pueden ser elevados o planos, grandes o pequeños, claros u oscuros y pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo. A veces estas células dejan de funcionar correctamente a causa de una mutación (cambio genético) y pueden empezar a crecer fuera de control, dando lugar a un melanoma.

El melanoma es más común en personas de piel clara, pelo rubio o pelirrojo y ojos claros. Los factores de riesgo para padecer melanoma son: tener un familiar con melanoma, el tiempo de exposición al sol sin protección, quemaduras solares en la infancia, tener muchos nevus (más de 50) o tener nevus atípicos.

Para aprender a detectar un posible melanoma es muy importante conocer la regla del ABCDE. Cada letra corresponde a una característica del nevus en la que debemos fijarnos.

A: Asimetría (lesiones irregulares, asimétricas)
B: Bordes (bordes irregulares, difíciles de definir)
C: Color (presencia de más de un color, azul, marrón, negro, blanco; o distribución desigual de los colores)
D: Diámetro (nevus grandes)
E: Evolución (es el factor más importante, cambios recientes en el color y/o medida de los nevus debe hacerte consultar con el médico)

¿Y cómo podemos evitar el cáncer de piel? ¡Con la protección solar! Debemos realizarla TODOS los días del año, sin importar la estación y especialmente si realizamos actividades al aire libre o acuáticas. ¡Incluso si el día está nublado! Debemos tener en cuenta el efecto multiplicador de superficies reflejantes como la nieve, la arena o el agua.

No se recomienda exponer directamente al sol a los niños menores de 6 meses de edad.
Debemos evitar la exposición solar en las horas de sol más intenso, sobretodo des de las 10 am hasta las 4 pm. La mejor manera de protegernos del sol es mediante las medidas físicas de protección (camisetas, gorras, gafas de sol…).

El fotoprotector ideal debe tener un factor de protección solar (SPF) de 30 o superior, ser resistente al agua (waterproof) y de amplio espectro (contra rayos UVA y UVB). Debemos aplicarlo 30 minutos antes de la exposición al sol, sobre la piel seca y en cantidad generosa. Repetiremos la aplicación cada 2 horas y siempre después del baño o de sudar. Debemos insistir en zonas de fácil olvido como las orejas, los pies, los bordes del bañador, zona interna de muslos y brazos y labios. Las cicatrices deben protegerse con especial atención. Tened en cuenta que incluso estando en la sombra, podemos llegar a recibir un 50% de la radiación indirecta o reflejada.

La protección solar es indispensable para reducir el riesgo de cáncer de piel.